Un día
menos, nos levantamos casi al amanecer y, como siempre, lloviendo, pero el agua no
va a poder con nosotros. Vamos a seguir haciendo lo que habíamos pensado, eso
sí, con un poco más de humedad. Si la lluvia es muy inglesa, el desayuno
también, así que nos hemos puesto morados. Hemos salido para Beamish y nada más
llegar hemos ido al pueblo minero. Hemos entrado en la mina de carbón y hemos
sentido un poco lo que debían sufrir los mineros en aquella época. Luego hemos
visitado sus casas, muy humildes, muy pequeñas pero muy acogedoras. Y por
últimos hemos visto la escuela, donde había una maestra del siglo XIX que al
vernos a todos juntos a aprovechado para leernos la cartilla. Menos mal que
hemos salido al recreo y hemos jugado a los aros. Por último hemos visto una
iglesia metodista, en la que no había ningún santo ni altares, pero si un
proyector de diapositivas muy antiguo.
Para ir
desde la mina al pueblo de Beamish hemos cogido un autobús de dos pisos del año
la polca, y como estamos tan acostumbrados a la lluvia nos hemos puesto en el
piso descubierto. Nos hemos dirigido a la estación y al entrar en la sala de
espera de las señoras... ¡Sorpresa! había un cadáver con toda la pinta de haber
sido asesinado. Como los profes no se han asustado nosotros tampoco y, en esto,
ha acudido un inspector de policía que ante la complejidad del caso nos ha
pedido que le ayudáramos a resolverlo. Nos hemos dividido en tres grupos y con
las pistas que hemos encontrado en el cadáver nos hemos ido a investigar al
pueblo. Un grupo ha ido al taller y al banco, otros al dentista y a la tienda y
otros al profesor de piano y al periódico. Con todos los datos hemos vuelto y
hemos resuelto el caso, pero no os diremos quien es por si os toca resolverlo a
vosotros algún día.
Por
último hemos cogido el tranvía para visitar la granja (cacho cerdos que había
allí), a todo esto sin dejar de llover.
De
regreso a Newcastle hemos parado ver el Ángel del Norte, es una escultura
gigantesca, de hierro (cacho ángel que había allí).
Y para
terminar el día nos hemos dado una vuelta por el centro de Newcastle, y al
regresar al hotel, teníamos una nueva sorpresa. ¡Nos estaba esperando uno de
los portadores de la antorcha del día anterior con la antorcha que había
transportado! Era un chico muy simpático, y le hemos preguntado muchas cosas.
Marcos,
Juan Carlos, Víctor y Jaime.
Sigue
lloviendo...